Frecuentada por Casanova, Galileo, Byron y d’Annunzio, representada en las pinturas de Tiepolo y de Canaletto, descrita muy en detalle por muchos escritores de Goethe a Goldoni, la Ribera del Brenta acogió Los Reyes de Francia y de Rusia y aquí permanecieron Napoleón, los Habsburgo y los Saboya.

“Las orillas a ambos lados de este río están llenas de palacios y de las agradables residencias de los nobles y más ricos venecianos, con jardines y parques, y pueblos muy poblados. A los que pasan en barco todo eso le da la idea de encontrarse en el medio de una Ciudad durante todo el recorrido del río, como si fuera un pueblo continuo de casi 16 millas que une la Metrópoli de aquel Estado con la Ciudad de Padua”
(1697, Vincenzo Coronelli)

En 1574 el Canal del Brenta, de Venecia hasta el Portello de Padua, fue atravesado por un cortejo de embarcaciones que acompañaban al Rey de Francia Enrique III que regresaba de Polonia y el propio Rey se quedo muy fascinado.

Thomas Coryat viajero-escritor inglés quedó asombrado por la belleza de la Ribera del Brenta.

En el mes de septiembre de 1728, una vez llegado en Venecia, Montesquieu subió en el Burchiello: “por el Brenta, un río transformado en canal por medio de cuatro esclusas; así un único caballo consigue tirar un barco bastante grande y se hacen 25 millas en ocho horas. A lo largo del río se pueden ver unas hermosas residencias señoriales. El Noble Pisani empezó la construcción de una que va a ser extraordinaria…

Giacomo Casanova cuenta en la “Historia de mi vida” su experiencia en el Burchiello en 1734 en compañía de “el Baffo”, famoso poeta erótico veneciano.

“Un río – escribió Gabriele D’Annunzio en “Il Fuoco” – hace algún tiempo glorioso y magnífico en los sonetos de los abades chichisbeos, cuando siguiendo la corriente, navegaban los burchielli llenos de músicas y placeres”.

El 17 de abril de 1345 el Mayor Consejo de la República de Venecia abrogó la ley que hasta entonces había prohibido a los ciudadanos de la Serenísima comprar tierras en la tierra firme y entonces los intereses de los patricios venecianos del comercio pasaron a la tierra firme a orillas del Río Brenta.
La posibilidad de intensificar la explotación de sus posesiones en la tierra firme presentaba el problema de controlar la producción de muy cerca.

Y así nacieron las residencias de campo que interpretaron las nuevas exigencias y reunieron en un solo edificio la residencia señorial y los edificios destinados a los distintos servicios: se crearon varios tipos de villas:
– la villa-factoría para los que explotaban el campo como nueva fuente de riqueza;
– la villa-templo, cenáculo de artistas e intelectuales;
– la villa-palacio, edificio de representación, que acogía fiestas y banquetes;
– y además suntuosas residencias, obra de arquitectos famosos, decoradas al fresco por pintores excelentes para atestiguar esa época de gran esplendor.

Grandes arquitectos como PalladioScamozziFrigimelica crearon residencias de verano para los nobles venecianos que pasaban aquí sus “veraneos” en la tierra firme, en una verdadera arcadia de damas y caballeros que jugaban, cantaban, vivían sus amores y contaban historias.

La “Villa Véneta” originó el fenómeno del “veraneo” que caracterizó toda la región en los siglos XV y XVI y siguió existiendo durante los dos siglos siguientes, hasta la caída de la gloriosa República de Venecia en 1797. Es por esta razón que en esta región se construyeron casi 2000 villas que atestiguan una cultura arquitectónica secular.

A partir del siglo XVI, los canales y los ríos directamente comunicados con Venecia, fueron costeados por suntuosas residencias de verano.

El Canal del Brenta que unía, junto con otros canales y ríos, Venecia y Padua era el Canal a la moda, lugar de delicia y continuación ideal del Gran Canal de Venecia. Aquí surgieron más de 70 villas.

Aquí, no lejos de la ciudad, los nobles más ricos, pasaban sus vacaciones, partiendo de Venecia con cómodas embarcaciones llamadas “Burchielli” que remontaban el Canal Navegable del Brenta. Estas embarcaciones iban a remo de San Marcos, a través de la laguna véneta hasta Fusina, de donde eran tiradas por caballos hasta llegar en Padua, siguiendo el Canal del Brenta.

El Burchiello era una típica embarcación veneciana para el transporte de pasajeros, con una gran cabina de madera y tres o cuatro ventanas, ricamente decorada. Lo utilizaban solo los nobles venecianos para desplazarse de la ciudad a sus ricas residencias de verano.

La nobleza veneciana aplicó también al “Burchiello” la elegancia, el estilo refinado y el lujo propios de la ciudad de Venecia. Entre las descripciones de esta embarcación citamos la más completa, la de Charles de Brosses en el relato de su viaje por Italia (1739): “el más gracioso niño del mundo, que se parece muchísimo – pero más bello – a nuestras diligencias de agua, pero mucho más limpio y elegante, con una pequeña antecámara para los servidores, una cabina tapizada con brocatel veneciano, con una mesa y dos pasillos decorados en tafilete, abiertos hacia ocho verdaderas ventanas y dos puertas acristaladas. Este domicilio era tan agradable y cómodo que, con respecto a nuestras costumbres, no teníamos ni la mínima prisa de llegar, y además teníamos muchos víveres, el vino de Canarias,… “.

El “Burchiello” es casi como un pequeño escenario en el que se mezclan las clases sociales más diversas. Goldoni las observa todas mientras: “Estaba en el barco “da Padova” o Burchiello / que va por el Brenta casa día” y añade también: “una compañía de gente muy varia / Todos asentados en orden; / había personas distinguidas y personas muy comunes / una mezcla de caracteres distintos”.
Unos años después, en 1760, precisa: “Me refiero al barco con el que se puede navegar / hacia Padua todas las mañanas / y no al que viaja por la noche, la gran “Barcaccia”.
“Al barco / decorado de espejos, decoraciones y pinturas / que todos los veinte minutos hace una milla / tirado por remolques y caballos”.

En 1786 Goethe llega en Padua, visita el Jardín Botánico, ve la Palma que hoy lleva su nombre y sube a bordo del Burchiello: “La excursión en el Brenta con el Burchiello público y con una compañía bastante distinguida (los italianos son muy ceremoniosos entre sí) es simpática y agradable”.

Es la época de los “Afanes del veraneo” durante la cual, como escribió Goldoni “todos gozan de una inmensa libertad, se pasa el tiempo jugando, con la mesa siempre puesta, entre fiestas, bailes y espectáculos”.

El viaje era fascinante y divertido; el barco procedía lento entre las Villas y los sauces llorones; damas y chichisbeos, nobles y aventureros, comediantes y artistas animaban la vida a bordo haciendo el viaje más pintoresco y agradable.
En la época del “veraneo” se acostumbraba ir “de villa en villa” y las alegres pandillas se trasladaban de una fiesta a otra, de una villa a otra.

Hacia finales del siglo XVIII, con la caída de la República de Venecia por parte de Napoleón, las dificultades de la vida veneciana se reflejaron también en la tierra firme. El número de pasajeros disminuyó y por fin el servicio del Burchiello acabó.

Después de 150 años, en 1960 la Organización Provincial del Turismo, presidida por Francesco Zambon, volvió a proponer este itinerario turístico, utilizando un “vaporetto” blanco de la primera guerra mundial, que había transportado los “bersaglieri” (soldados de infantería) victoriosos en Trieste.

El servicio de línea regular del Burchiello fue inaugurado en 1960 por el Presidente de la República Italiana de la época Antonio Segni y se observó un rápido aumento del número de pasajeros.

En los años ’70 el servicio del Burchiello pasó de la Organización Provincial del Turismo a la histórica sociedad de Padua que gestionaba el servicio de autobuses interurbanos Siamic, que creó a este fin la controlada Siamic Express que reorganizó y mejoró el servicio, con una promoción a nivel internacional.
A comienzos de los años ’90, la gestión del servicio pasó bajo el control de Sita, nuevo administrador del servicio de autobuses interurbanos de Padua y después fue comprado por el grupo turístico de Padua Antoniana.it, ya activa en el sector de la navegación turística Padua-Venecia desde hace veinte años, bajo el marco “I Battelli del Brenta”.

Como en el pasado, hoy el Burchiello, en cuanto línea regular de transporte de gran turismo, recorre le Ribera del Río Brenta de Padua a Venecia y viceversa; heredero de las antiguas tradiciones, el Burchiello surca las aguas del Río Brenta con andadura lenta, mientras que los guías a bordo explican la historia, la cultura y el arte testimoniados por las Villas del Brenta.

Los mini-cruceros se efectúan todos los días, excepto el lunes, de marzo a octubre, partiendo de Venecia (martes, jueves, sábado) o de Padua (miércoles, viernes, domingo) y visitando las villas más bellas y hermosas, realizadas por arquitectos y pintores muy importantes como Palladio y Tiepolo.

El Burchiello es hoy una moderna y confortable embarcación, con cabina y cómodos asientos, con un puente panorámico que permite a los pasajeros la máxima visibilidad. A todo esto se le añade el aire acondicionado, el bar y los servicios higiénicos.

Un mini-crucero sugestivo que, pasando por nueve puentes giratorios y cinco esclusas, verdaderos “ascensores de agua” permite al turista remontar o bajar el desnivel ácueo de casi 10 metros que existe entre Padua y Venecia.
El viaje se termina, por los que parten de Padua, en el magnífico escenario de San Marcos en Venecia.

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Cada año, de marzo a octubre, un romántico minicrucero entre las villas venecianas de la Riviera del Brenta desde Padua a Venecia y viceversa, entre el arte y la historia, a lo largo de la ruta del antiguo Burchiello veneciano del siglo XVIII.

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